Como Optometrista infantil en Málaga, sabemos que en la mayoría de ocasiones, para comprobar si un niño ve bien, le tapan un ojo y le piden que diga las letras o figuras puestas en una pared a cierta distancia y luego lo mismo con el otro ojo tapado.
Si es capaz de ver hasta lo más pequeñito ( agudeza visual unidad o 100%), entonces se descarta un problema visual.
Pero es que esta prueba, donde se valora la agudeza visual de lejos, no es suficiente para saber si un niño ve bien.
Para tener una buena visión necesitamos tener una serie de habilidades que nos ayuden a entender qué es lo que vemos. Nos referimos a habilidades como:
- Movimientos oculares: seguir un objeto en movimiento, poder mover los ojos de un punto a otro o mantener la mirada fija en un punto son habilidades fundamentales en los deportes, la lectura y escritura, la atención…
- Enfoque o acomodación: ser capaz de mirar a diferentes distancias o mantener el enfoque cerca durante el tiempo necesario. Habilidades fundamentales a la hora de copiar de una pizarra o mantener la atención.
- Agudeza visual: ver nítido y poder discriminar objetos a diferentes distancias
- Coordinación ojo – mano: fundamental para escribir de forma eficaz, conducir, incluso para realizar cualquier deporte.
- Coordinación de los ojos: referida a la capacidad de sincronizar los movimientos de los dos ojos, para que el cerebro las interprete como una sola imagen.
- Visión espacial: nos da información sobre nuestro entorno, sobre dónde están situados los objetos respecto a nosotros.
- Percepción visual: hace referencia a la interpretación o discriminación de los estímulos externos visuales, siendo la capacidad de interpretar la información y el entorno.
- Memoria visual: afecta, entre otras, al recuerdo de formas, objetos, caras… permite recibir, almacenar y recuperar imágenes que hemos captado.
Todas estas y otras habilidades, son fundamentales para tener una buena visión, una visión que nos permita interpretar de forma correcta lo que vemos y el entorno que nos rodea.
Muchos de los fracasos escolares están relacionados con problemas visuales, que no siempre derivan de visión borrosa, si no de problemas en el procesamiento visual.
Los niños con dificultades visuales es probable que tengan dificultades a la hora de realizar sus tareas diarias; escribir, leer, dibujar, incluso coordinarse a la hora de hacer deporte, lo que supone un bajo rendimiento escolar. En estos casos es imprescindible valorar por parte de un optometrista infantil, si el origen de unos malos resultados académicos pueden deberse a problemas visuales.